jueves, 30 de abril de 2009

DE LA CORRECCIÓN A LA ULTRACORRECCIÓN



Acostumbrados estamos a las correcciones que tenemos al hablar. El hablar como el escribir se convierte en un arte. El entendimiento es el instrumento fundamental de ése arte. La industria editorial tiene como reto un buen manejo del lenguaje.



Es controvertido para el público lector el qué debe y qué no debe aparecer impreso en los libros. El buen decir es pan nuestro de cada día. Hay novelas actuales que hacen uso de un lenguaje “cotidiano” para el entendimiento y gusto del lector; de aquí que surja la controversia de si lo que se debe plasmar o no palabras como “chido” “chale” debe cumplir con una función literaria.


Lo rico que es el castellano que hablamos los mexicanos tiene variantes para la escritura, la sinonimia permite la escritura, que para otros países significara de poco entendimiento.
Es una responsabilidad el conservar el idioma de una forma correcta. Los grandes autores son reconocidos en su mayoría por la responsabilidad con la que plasman sus ideas.



Muchos son los factores que influyen en cómo se escribe un libro. Se debe determinar a qué público va dirigido, el nivel socioeconómico al que va dirigido el libro determina el uso de ciertos vocablos.



De nuevo encontramos aquí la responsabilidad del editor, es él quien debe estar en conexión con el autor para hacer del producto algo claro y ameno deben:
Adecuarse al público.



* Educar
* Divulgar
* Informar
* Dar a conocer modos de expresión



El manejo de caló de los anglicismos, tecnicismos deben estar justificados. La relación del contenido con la idea a plasmar debe estar en armonía.



El descuido en el contenido por parte de la editorial no solo es un reflejo de las fallas del autor, el prestigio de la empresa debe mantenerse de forma eficaz. Como público debemos exigir responsabilidad de las empresas editoriales, mantener el adecuado uso de la lengua española.


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